Mis Poesías

Caminata a Cesárea     Halijá leKeisariá       
 הֲלִיכָה לְקֵיסָרְיָה

En 1942, mientras vivía en el kibutz Sdot Iam, a orillas del mar, escribí el siguiente poema. El poema fue escrito como breve plegaria, mientras expresaba mi deseo de atesorar el momento, la arena, el agua... La pureza del poema y mi legado lo convertiria en una canción, cantada en muchas ceremonias nacionales.

TraducciónTranscripción
Dios mío, Dios mío
Que jamás se terminen
El mar, la arena,
El chapoteo del agua,
El brillo del cielo,
La oración del hombre.
Elí, elí
Sheló igamér leolám
Hajól vehaiám,
Rishrúsh shel hamáim,
Berák hashamáim,
Tfilát haadám.
אֵלִי, אֵלִי
שֶׁלֹּא יִגָּמֵר לְעוֹלָם
הַחוֹל וְהַיָּם,
רִשְׁרוּשׁ שֶׁל הַמַּיִם,
בְּרַק הַשָּׁמַיִם,
תְּפִלַּת הָאָדָם.




Bendita sea la cerilla       Hashréi Hagafrúr     
אַשְׁרֵי הַגַּפְרוּר    
Antes que yo cruzara la frontera de Yugoslavia a Hungría, ella y el paracaidista que me acompañaba, Reuvén Dafni, conocimos a una partisana cuyo cabello había encanecido. Tras descubrir que ella también era judía, caimos en la cuenta de que la muchacha era una amiga de la infancia de Dafni.  Al día siguiente, yo le dí a Dafni la siguiente canción.  Esta canción iluminó muchos corazones en los años que siguieron.

TraducciónTranscripción
Bendita sean la cerilla que se consumió
y las llamas encendidas,
Bendita sea la llama que ardía
en el secreto de los corazones.
Benditos los corazones que supieron detenerse con dignidad.
Bendita sea la cerilla que se consumió
y las llamas encendidas
Ashréi hagafrúr shenisráf vehetzít lehavót,
Ashréi halehavá shebaará besitréi levavót.
Ashréi halevavót sheiadú lajdól bejavód…
Ashréi hagafrúr shenisráf vehetzít lehavót.
אַשְׁרֵי הַגַּפְרוּר שֶׁנִּשְׂרַף וְהִצִּית לֶהָבוֹת,
אַשְׁרֵי הַלְּהָבָה שֶׁבָּעֲרָה בְּסִתְרֵי לְבָבוֹת.
אַשְׁרֵי הַלְבָבוֹת שֶׁיָדְעוּ לַחְדֹל בְּכָבוֹד…
אַשְׁרֵי הַגַּפְרוּר שֶׁנִּשְׂרַף וְהִצִּית לֶהָבוֹת.



 A mi madre  
 ¿Dónde aprendiste a borrar las lágrimas?
 ¿A soportar el dolor en secreto?
 Ocultar en tu corazón la queja,
 el sufrimiento, el llanto, el tormento...
 ¡Escucha el viento!
 Desgañitado
 brama en la garganta, en las montañas.
 Mira el mar...
 con ira destructora azota los dones de las rocas.

 Toda la naturaleza se agita, tiembla,
                     

A un buen amigo 

 Fui herida, sí. Sin sentirlo
 también yo resulté herida en la batalla.
 La flecha estaba afilada por los dos extremos.
 Tras ella quedará una cicatriz.5


A los hermanos

 Si nosotros faltamos
 aceptad el yugo,
 grande, pesado,
 sobre vosotros.
 Construid sobre la arena,
 bajo el azul
 cielo,... todo
 de nuevo.

 Y sabed que el precio del camino
 de la justicia y el valor
 no es bajo.
 
Morir...

 Morir... joven... morir... No, no quería.
                   
 
En la época de la entrada de Rusia en la guerra.
 Amaba el cálido sol,
 la luz, la poesía, el destello de unos ojos,
 y no quería destrucción, guerra.
 No. No quería.

 Pero si hoy se me obligara a vivir
 en un baño de sangre, en la terrible destrucción,
 diría: -Bendito sea el Señor por el derecho
 a vivir; que venga la hora de la muerte
 sobre tu tierra, mi país, mi patria.
 
 
Poesía a Galilea 
 Tus montañas, Galilea, son como todas.
 Amarillo, verde, rocas y prados.
 Entre tus laderas, la sombra fugaz.
 Pero las montañas... Todavía no es Galilea.

 Y también tus terrazas son como todas.
 En el seno de su tierra están ocultos los secretos
 del pan blanco, de los frutos pródigos.
 Pero los campos... Todavía no es Galilea.

 También tus hijos son como todas las personas.
 Días de esfuerzo, largos, duros.
 Cavaron zanjas profundas.
                   
7. Szenes 1992: 11. Nahalal, 5.5.1941.
 Pero Galilea... No son los hijos.

 Sobre las montañas y en el corazón de los hijos
 el hechizo de un recuerdo de miles de años.
 El que llora en los sonidos de la flauta.
 Es Galilea.8

Un momento... [7]

 Entre los miles de años transcurridos
 y los que vendrán después de mí
 besé, Kinneret, la gloria de tu rostro
 en el ardor de los besos de mi juventud.

 Me consumí del todo. Tú quedas como antes,
 tu rostro es apacible y frío.
 Tu cuerpo elástico y suave encuentra reposo
 en el brazo cerrado de las montañas.

 Seguiré mi camino. Si vuelvo a ti...
 No sé cuándo...
 El recuerdo del beso de gloria
 quemará en mis labios.9

A Cesarea [8]

 ¡Silencio!: cesarán los sonidos,
 más allá del mar de arenas.
 En la costa cercana,
 en la querida costa de oro,
 la casa de la patria se insinúa.

 Con paso obstinado y alegre
 caminaremos entre un pueblo extranjero
 sin el sonido de una melodía,
                   
8. Szenes 1992: 12. Nahalal, 29.5.1941.
9. Szenes 1992: 13. Kinneret, 8.1941.
 hacia el pasado, el futuro...
 Cesarea.

 Sólo cuando lleguemos a la ciudad de las espadas,
 susurraremos en voz queda unas palabras:
 aquí estamos, hemos vuelto.
 Y en voz queda responderá el silencio de las piedras:
 Dos mil años os hemos esperado.10


Ginosar [9]

 Una noche oscura, en campos negros,
 se encendieron velas, se extendieron las luces
 de la fiesta de la labranza.

 Una noche negra, en campos blancos,
 se encendieron hogueras, se extendieron las llamas...
 de la destrucción del mundo.
 En el campo negro
 el tractor tocó
 la melodía del futuro agitado...

 En el campo blanco
 gimió el hombre
 moribundo.11

El objetivo sionista no se vio cumplido con el asentamiento individual
en Palestina. Hannah había conseguido lo que quería: establecerse en la
tierra que consideraba propia de los judíos y trabajar por ella. Sin embargo,
todavía quedaban metas por alcanzar, o quizá unas “misiones que
cumplir”, como ella había escrito en su diario. Por otra parte, en su
pensamiento todavía vivía el recuerdo de la Diáspora y la consecución de
los ideales sionistas no podía llegar a su plenitud con el recuerdo continuo
de los que habían quedado atrás, ejerciendo una especie de dominio desde
                   
10. Szenes 1992: 14. Sdot Yam, 27.10.1941.
11. Szenes 1992: 15. 12.12.1941.
el exterior:

A las madres en la Diáspora [10]

 Uno y dos días, una semana, dos,
 un año, muchos... esperando.
 Una carta, un verso. Una señal.

 Noches sin fin
 apilando, coleccionando
 imágenes de terror.

 Escondiendo en los días
 terribles de sangre
 una lágrima...

 ¿Qué podremos responder?
 Sólo una mirada, sólo la palabra:
 ¡madre!
 
Hora13 de una hija de la Diáspora 

 La hora trepidante, retumba, sacude,
 estalla, agita a mi alrededor.
 En el hechizo del ritmo
 de alegría y tristeza
 atrae mi cuerpo y mi corazón.

 El pie camina, el hombro tiembla,
 el canto se extiende, la canción arde,
 baile y poesía,
 oración sin palabra
 al Dios del futuro, al Dios de la creación.

                   
 Y de repente...
 una imagen revolotea frente a mí.
 Mis brazos se sueltan de los de mis compañeros.
 Mi corazón se desentiende de la música trepidante.
 De cerca y de lejos ella14 conquista todo mi ser.

 Ojos azules, mirada inquisidora,
 silencio triste y boca obstinada...
 En mí crece el silencio. Me he quedado sola
 entre la multitud. Ella... y yo.
 
 
En el camino...  
 Una voz ha llamado y he ido,
 he ido porque ha llamado la voz.
 He ido para no caer.

 Pero en la encrucijada
 me he tapado los oídos en la blancura fría
 y he llorado
 porque he perdido algo.
 
.
Si vinieras...

 Si de repente por la calle vinieras hacia mí...
 manos en los bolsillos, una sonrisa en los ojos
 y el sonido de tus pasos con el ritmo conocido;
 me quedaría sorprendida, desconcertada
 ante la maravillosa y dulce visión.

 Hasta que tu imagen se precipite en lo profundo,
 hunde todos los muros, tus dudas, sobre mí;
 levanta los brazos, agítalos para que te abrace
 con una risa y una lágrima: ¡mi hermano!17

Soledad

 Si encontrara a un hombre que lo entendiera todo...
 sin palabras, sin indagaciones,
 sin confesiones ni mentiras,
 sin preguntar.

 Extendería ante él, como un mantel blanco,
 el corazón y el alma,
 el oro y el barro,
 y él lo entendería con gran comprensión.

 Y cuando hubiera rastrillado el corazón,
 cuando todo lo hubiera vaciado y entregado,
 no sentiría aflicción ni dolor:
 sabría que me había enriquecido.18

No estás sola
 No estás sola. Aquí está tu mar
 que te preguntará con su tierno murmullo
 por los sueños de tu camino, por tus deseos.
                   
 Esperaron tu llegada. Todos esperaron:
 la costa, la arena, las rocas, las olas y el mar.
 Lo sabían con seguridad: una noche oscura llegarías.

 A lo alto, miles de ojos celestiales
 entienden a sus dos compañeros
 que robaron del mar infinito... una lágrima. 

Semilla 

 Ha caído una semilla, queda sembrada, una baya amarilla,
 no entre las rocas, ni en una terraza en la calle.
 Cógela: una capa de tierra negra
 para protegerla del calor y de la escarcha.
 Una semilla es una vida encerrada en una cáscara.
 Desde el secreto infinito, una baya, una gota.
 Bajo tierra se comprime, espera una insinuación,
 la señal de la primavera, el rayo de luz, el sol,
 el día. 
                   

Cogimos flores  
 Cogimos flores en los campos, en las montañas,
 respiramos aires nuevos de primavera.
 Nos bañamos en el ardor de los rayos de sol
 en la patria, en la casa amada.

 Marchamos hacia los hermanos en tierra extraña,
 bajo el peso del invierno, la oscuridad y la escarcha.
 Nuestro corazón traerá la nueva de la primavera,
 nuestro idioma alzará el cántico a la luz.22

 
En la cárcel

 Uno... dos... tres... ocho pasos de largo,
 dos de ancho...
 La vida se cierne sobre mí como un interrogante.

 Uno... dos... tres... Quizá otra semana.
 O el fin de mes aún me encuentre aquí.
 Pero sobre mi cabeza... la nada.

 Ahora, en julio, cumpliría veintitrés años...
 Escogí número en un juego arriesgado.
 El dado da vueltas. He perdido.23

 
Feliz... 
 Feliz la cerilla que prende y enciende llamas,
 feliz la llama que quema en medio del corazón.
 Feliz el corazón que ha sabido detenerse con honor...
 Feliz la cerilla que prende y enciende llamas.